…ANA ARREGUI

RACIMOS, CUERPOS LÍQUIDOS Y DIBUJOS CON LEJÍA

Conocer la obra de Ana Arregui es un viaje por el cuerpo, con el cuerpo de la mujer como punto de partida. Despega desde su corazón, desde su pecho y recorre por su piel, entrando y saliendo de lo que siente y como se percibe como mujer o persona. Caminar por su obra es descubrir que las cosas se pueden reinventar, que lo establecido es revisable y moldeable, que es líquido y no deja de ser un pigmento más en una paleta de colores que ella transforma y diluye, a veces con lejía, a veces con tinta, y siempre en continua transformación. Sus líneas cuentan historias, historias de su cuerpo, de su identidad, de su concepción del mundo, el mundo que debería ser o que fue, y dibujan un discurso que emborrona los límites del género y sus roles para crear nuevas maneras de entendernos.

Ana Arregui (1983) vive en Madrid desde hace más de seis años. Hablar de Ana es hablar de una amiga, de una artista a la que he visto evolucionar, en un principio de cerca porque estuvo varios años viviendo en Valencia, y ahora desde la distancia.

Hoy, aunque estemos un poco lejos,  tenemos una cita virtual y un vinito que compartir para ponernos al día y para que tú si nos lees conozcas a Ana Arregui un poco mejor. Con ella continuo mi sección de entrevistas en mi blog “Un Vinito con…” en el que quiero crear un espacio donde ayudar a dar a conocer artistas. ilustradorxs, dibujantxs y comiquerxs que están luchando por hacerse un hueco y vivir de lo que hacen.

Por si no conoces a Arregui, te adelanto que dibuja, pinta, hace performances, trabaja como diseñadora gráfica, dirige un departamento de arte, es toda una mujer orquesta. Pero bueno mejor que ella nos cuente, no me enrollo más.

UN vinito con Ana Arregui. Zarva barroso. Blog. 2017
Ana Arregui. Madrid. Noviembre, 2017.
– Ana, no sé si se me ha escapado algo en tu presentación, pero por si acaso cuéntame un poco. ¿Quién es Ana Arregui? ¿Cómo te defines como persona y artista o persona que crea?

Bueno me defino como artista plástica y multidisciplinar, profesión que compagino con directora de arte en una editorial. Como persona podría decir que me considero una persona valiente y de ideas claras, por lo que he querido en mi vida y lo que puedo decir si miro atrás. Por supuesto también tengo mis debilidades, mis miedos, como puede tener cualquier persona.

– ¿Te consideras ilustradora?

Me considero artista. Digamos que el dibujo es una de mis herramientas, si me apetece dibujo, si no pinto. Para mí el dibujo es algo que englobo dentro de los proyectos, en el sentido de que un proyecto artístico desde que nace hasta la plasmación puede derivar en dibujo u otra cosa.

Racimos. Ana Arregui, 2017.
– Ana como muchos artistas, no vive en su ciudad natal, vive en Madrid. ¿Por qué Madrid y no Valencia o Sevilla?

No me preguntes por qué, pero he vivido en tres ciudades y en mi pueblo, y aquí es donde yo me he sentido viva. Para mi Madrid ha sido el sitio donde yo me he ubicado. Digamos que siempre he acabado huyendo de los lugares donde he estado buscando un algo: que a veces era trabajo, otras formación u otras inquietudes … y ese algo por ahora en Madrid es donde lo encuentro. Esta ciudad me gusta, está muy viva. Después de años, no todo te sorprende como al principio, te habitúas al ritmo, todo ese vértigo inicial está mucho más modulado, pero estoy súper a gusto aquí. Todo el que me conoce sabe que yo soy madrileña, ja ja.

– Madrid, como una gran ciudad, dispone de museos importantes y grandes fundaciones. Pero también destaca por su actividad cultural underground, como es el caso de festivales como Se Alquila o Madrid Abierto, que funcionan de manera independiente y autogestionada. En tu caso has estado dentro de ambos círculos, ¿te has sentido más cómoda dentro de alguno? ¿Has encontrado más o menos participación en alguno de los formatos cuando has hecho performances como el de Arqueolejías?

He tenido la suerte de poder participar tanto en festivales independientes como en residencias o exposiciones dirigidas por instituciones, y todo tiene su lado bueno y su lado malo. Madrid es un sitio donde los dos formatos conviven. La gente es muy participativa en ambos. En el caso de iniciativas independientes cuentan con un núcleo participativo muy importante y totalmente altruista, porque requiere mucho de la participación ciudadana, de colectivos y suele tener mucha actividad con colectivos más desfavorecidos en sitios deslocalizados de lo que es el centro. Con esto no digo que las otras iniciativas de carácter privado no lo hagan, pero esta vía lo hace de una manera más directa. Aunque como todo tiene su pero, y para mí, sin duda, ha sido la falta de financiación. Durante un tiempo participe en Se alquila y otros eventos que se gestionaban desde grupos independientes como Tabakalera, y llega un momento en el que yo como artista no puedo subvencionar un evento con mis recursos (materiales, tiempo, etc). Llegó un momento en que mi desembolso era tal que por muchas ganas que tuviera, no podía y tenía que rechazar ofertas de proyectos muy interesantes. Para mi ese el aspecto negativo, a pesar de que lo que te mueve son todas las ganas y toda la independencia que tienen estos festivales.

Ana-arregui-sexo-fuerte-blog
Foto realizada durante la Acción EL SEXO FUERTE. Mulheres en Acción- Violencia Zero. A Guarda. Pontevedra. 2017.

En cuanto a instituciones, he estado en residencias como la de ESTUDIO ABERTO en Lugo, donde contábamos con una financiación, que a veces no es mucha, pero es una ayuda, de una sala para la exposición de nuestro proyecto y la repercusión mediática suele ser mayor. Los dos modelos me parecen fundamentales. Pero vuelvo a recalcar el aspecto económico, cuando el desarrollo de la obra depende del artista es duro, porque no solo te puedes dedicar a su producción tienes que pensar en otras cosas que tienen un peso importante. Y es algo que se está generalizando demasiado, hay muchas actividades y eventos que dependen la financiación particular por parte del artista. Es necesario cambiar ese modelo, desgraciadamente no vivimos en un país donde el apoyo a la cultura sea generoso, es el lastre que tenemos. Para cualquier concurso, evento, invertimos mucho tiempo y dinero buscando una repercusión y visibilidad. Personalmente he colaborado en exposiciones y publicaciones y finalmente una no puede sostener eso. Porque si el arte es una profesión de la que esperas vivir y cuando lo que haces pierdes dinero, te planteas muchísimas cosas. En mi caso compagino dos profesiones: arte y diseño, no quiero desvincularme de las dos, pero no vivo del arte y eso es una realidad.

– ¿Cómo crees que es la situación de la mujer artista, crees que influye el hecho de ser mujer cuando buscas una residencia artística, apoyo para hacer algún proyecto? ¿Crees que se da visibilidad en el arte, se ven mujeres artistas?

Yo creo que en cuanto a la mujer artista hay una brecha importante. Se sigue teniendo una visión patriarcal del artista: artista hombre, siguen habiendo muchas más oportunidades para los hombres. Se puede ver en exposiciones o concursos, hay poca visibilidad. Por supuesto hay muchas mujeres artistas, conozco muchísimas, y ser más visibles es la lucha que tenemos. Esto se ha convertido en un deber, un deber que no debería de ser porque tendríamos que ser tod@s iguales y tener la misma visibilidad. Afortunadamente creo que poco a poco está cambiando. Ahora la sociedad reacciona cuando no hay ninguna mujer en una exposición, cuando no se habla de ninguna mujer artista en una conferencia, o no se sienta ninguna mujer en una mesa redonda o si el número de participación es muy desigual. Noto esa reacción pero sigue ocurriendo muchísimo. Si vas a ARCO, a cualquier feria o museo, el número de hombres es muy superior al de mujeres.

Antes hablabas de proyectos performativos como el de Arqueolejías, ¿qué hacías en Arqueolejías?

Arqueolejías es una performance que ha pasado por un proceso de evolución. Inicialmente la concebía como una racionalidad del retrato, una representación fiel y una acción improvisada que reaccionaba sobre esa figuración con materiales como la tinta o la lejía. Para crear un discurso en el que las identidades se despersonificaban y asexualizaban para adquirir una nueva expresión. Todo eso iba surgiendo a partir de una mancha, redescubriendo esa identidad. La acción estaba sujeta a una identidad, yo luchaba haciendo un retrato fiel de esa persona pero con los materiales hacia que todo eso se deconstruyése. Posteriormente, eso derivó no solo a un retrato central, como podía pasar anteriormente, empecé a pedir colaboraciones de gente, de cuerpos. Quería trabajar con el concepto de cuerpos líquidos, el concepto de liquidez del que habla Bauman: la falta de solidez, las relaciones cada vez más fugaces y etéreas, las que tenemos entre unxs y otrxs. Yo generaba cuerpos asexualizados, etéreos, volátiles y la acción partía de esa representación fiel para volatilizarse y reinterpretarse con lo que yo llamaba Acción Arqueoléjica. Con ese cuerpo líquido, esa racionalidad se desnuda, esa solidez se vuelve etérea. Estos conceptos los utilice para la última performance que hice: El sexo fuerte, en la que la finalidad era disolver esa línea entre lo masculino y lo femenino.

Arqueolejías. Ana Aregui.
– Justo estaba pensando en tu obra “El sexo fuerte” porque es uno de esos proyectos que se nutren de la participación, me gustaría que me hablases un poco de esa vivencia, ¿podrías contarnos un poco en qué consistió la obra y lo que hiciste en Pontevedra?

El Sexo fuerte es una performance englobada en el festival que se llama Mulheres en Acción – Violencia Zero, comisariado por Paula Cabaleiro en el que cada mes una artista genera un proyecto denunciando la violencia machista. En mi caso, yo lo presenté en el Concello da Guarda, en Pontevedra. Consistía en la disolución de los rasgos de género mediante lejías y tintas con una serie de retratos. Aunque no era una obra pensada en un principio para un sector de edad específico acabo asistiendo mucho público adolescente. Y acabo siendo una de mis mayores experiencias artísticas, me vi en un papel muy docente, por el hecho de que logré transmitirles un mensaje feminista relacionado con la denuncia de la violencia machista, cuestionando los roles que la sociedad otorga obligatoriamente a uno y otro género, reflexiones que desgraciadamente no están hoy por hoy incluidas en la educación reglada. El texto que leí quería invitar a entender ese rol que tenemos las mujeres: nosotras no tenemos que ser ni fuertes ni débiles, no tenemos por qué aprender a defendernos, ellos no tienen por qué atacarnos.

EL Sexo fuerte. Mulheres en accion violencia zero. pontevvedra.
Foto realizada durante la Acción EL SEXO FUERTE. Mulheres en Acción- Violencia Zero. A Guarda. Pontevedra. 2017.
– Desde hace algún tiempo he visto que has dejado un poco de lado la lejía para centrarte en otros proyectos, como es el caso de Racimos. ¿En qué consiste Racimos?

Mientras que Arqueolejías era una acción performativa puntual, en parte, pero no solo, por la toxicidad de los materiales, Racimos es un trabajo continuo, extendido en el tiempo, que sigue generando cosas nuevas en cuanto a obra y en cuanto a discurso. Su punto de partida es el proyecto No – Autorretrato (Propuesta integrada en The Trial Project (junto a MIguel Benjumea y Juan Antonio Cerezuela para WE ARE FAIR 2015) y básicamente es un reflejo de inquietudes, reflexiones, dudas…a cerca de mi identidad de género. En Racimos trabajo con mi propio cuerpo porque es un proyecto fruto de una etapa vital más introspectiva, con mi llegada a Madrid. Es un ejercicio de autobservación en libertad y de pérdida de miedo a mostrar mi cuerpo de mujer, es un juego con el que me divierto, dibujo lo que va saliendo de mi memoria y arranco el estigma y el peso social achacado a lo femenino. Racimos representa la idea del sexo, son todos esos significados que tiene el género, sobre todo los que le da la sociedad, como las connotaciones sexuales adquiridas hacia algunas partes del cuerpo. Y produciendo un resultado en forma de despojo, masas, deformaciones, que, sin embargo, tiene un elemento importante de fascinación acentuada por un estilo grotesco, deformado y un poco siniestro.

– ¿Por qué dices en varias ocasiones que en tu discurso, la línea de investigación se ve afectada por lo personal, lo vivido? ¿De qué manera influyen tus vivencias en cómo evoluciona tu obra?

Todo lo que he generado en mi trayectoria tiene una relación muy fuerte con mis inquietudes y cuestionamientos acerca del género y otras facetas de mi desarrollo como persona. Mi obra al fin y al cabo, es un trabajo personal de pérdida del miedo y el pudor sobre mi propio cuerpo. En mi caso, me afectó por sentirme niña-mujer muy pronto, algo que me condicionó gran parte de mi vida. Lo que he hecho es ir plasmando, expresando y recopilando ese miedo a mostrarme como persona y a nivel artístico. Además el haberme alejado de mi entorno familiar y educativo, alejarme de una educación y entorno tradicional, me ha dado perspectiva y una actitud crítica hacia lo que he sido que también reflejo en mis trabajos.

¿Podrías contarme un poco como es tu proceso de creación?

No tengo un procedimiento unitario, siento que cada cosa que quiero expresar necesita una forma y un formato diferentes. Sobre todo cuando se trata de mi producción “natural”, la no relacionada con ningún fin expositivo, mi proceso creativo es muy visceral e impaciente, creo impulsivamente, totalmente fuera de todo método u organización temporal. De hecho muchas veces el discurso surge una vez he producido la obra concreta de esa manera impulsiva. No me decanto por un material, ni un procedimiento concreto, de ahí que pueda pasar de Arqueolejías a Racimos.

– ¿Cómo definirías tu posición ante el género ahora con tu obra?

Actualmente enfoco mis obras hacia mi propio cuerpo, sentido como de mujer. Paradogicamente, todo mi trabajo más reciente disolviendo la relación cuerpo – identidad me ha dado una visión más global del género.

Mi obra va en la línea de cuestionar los condicionamientos sociales que se nos imponen por ser mujeres y hombres, yo me considero mujer pero aspiro a decidir en libertad independientemente de esas connotaciones y sin esa represión u obligaciones sociales. Y defiendo la vivencia transversal del género de quienes no lo viven como algo cerrado: porque te puedes considerar dentro de un género definido o dentro de otras posturas, puedes sentirte hombre o mujer, o sentirte cómodo dentro de uno de los géneros pero eso no quiere decir que lo sientas así siempre. Debemos tener la libertad de elegir.

¿Esta visión del género es un compromiso con el que trabajar de ahora en adelante?

Mi línea de trabajo se centra en el concepto de individuo, abarcando desde su relación con su cuerpo hasta su relación con su contexto y la sociedad. Esto que hemos comentado hasta ahora es lo que estoy mostrando en este momento, pero tengo otros proyectos en el cajón con los que hablar de forma más plural. Y sí, es un compromiso porque yo trabajo con la identidad, siempre, pero ya veremos en que puede derivar.

– ¿Crees que el arte ha de ser comprometido?

Claro que sí. Entiendo que exista un sector del arte que se centra más en lo contemplativo o estético, que pueden ser aspectos más banales, y lo respeto. Pero me parece necesario el aspecto reivindicativo del arte y su carácter de denuncia. La labor del artista es llegar a muchos puntos de la sociedad a través de la reflexión con su arte. Con el arte contemporáneo, el arte se expresa para hablar de política, para educar, para comunicar, independientemente de que las personas a las que llegue quieran seguir o no su línea de investigación. Crear arte es crear herramientas y canales para la educación, la reflexión, el pensamiento crítico y por consiguiente mejorar la sociedad.

Proyecto_Pluriempleo. Ana Arregui. Universidad de Valencia.
Proyecto_Pluriempleo.Mostra d’Art Pùblic 2011. Ana Arregui. Universidad de Valencia.
– ¿Qué papel puede tener el arte en lo que respecta a la mujer? Es decir, como puede ayudar el arte a que mejore la situación de la mujer: violencia de género, violaciones, desigualdad laboral, feminicidios…?

El arte es un canal, una herramienta con la que poder hacer llegar mensajes a la gente y a las masas. Crear conlleva una gran responsabilidad, pero también puede ayudar en una labor docente, puede tener fines terapéuticos, ser un gran comunicador y un medio de expresión individual o colectivo. El arte puede crear espacios de denuncia muy potentes cuando se hace partícipe a la población, donde se expresen tanto hombres como mujeres y haciéndoles partícipes a igual nivel. Considero que una verdadera transformación sería posible solo si la sociedad no apartase a ningún sector del problema que queramos cambiar. En el caso de la violencia de género o temas que afectan a la consideración de la mujer, hemos de educar en la empatía para que todas las partes se puedan entender y caminar juntos. Con esto me refiero a la inclusión del  movimiento feminista en la educación y en convertirlo en un tema de interés, hemos de buscar los mecanismos para que este fin sea de un interés común para la sociedad, y conocer y saber que es la violencia machista, de los problemas o diferencias sociales que derivan. Y evidentemente, el arte puede ayudar a hacer esta idea posible.

Retoricas Corporales. Ana Arregui.
Retóricas corporales. Ana Arregui. 2010.
– ¿En qué proyectos te hayas ahora inmersa o qué proyectos tienes en mente?

Estoy en una fase de investigación y desarrollo respecto a mi discurso, tengo un par de proyectos artísticos para el año que viene. Aunque he de decirte que estoy inmersa en mi trabajo de diseñadora y me ocupa bastante tiempo y eso hace que me aparte temporalmente de mi producción. Pero seguiré creando.

– Gracias Ana por este rato, ha sido un placer reencontrarme contigo de esta forma.

De nada, lo próximo unas cañas en Madrid.